En estos días desde nuestra llegada a Sevilla he tenido la ocasión de hacer balance del viaje inaugural del Aventura Zero y la conclusión general es que ha sido una travesía muy útil y satisfactoria.
El Aventura ha mostrado un comportamiento impecable y ha cubierto 1.000 millas sin apenas problemas. Sobrevivimos a cuatro días de calmas mientras continuaba la vida normal a bordo. Al final de aquel tormento aún teníamos suficiente capacidad de batería para navegar a motor o a vela y motor contra corrientes de 1,5 a 2 nudos hasta Ceuta. Allí recargamos baterías para continuar a través del Estrecho de Gibraltar y recorrer las 55 millas de navegación Río Guadalquivir arriba en 10 horas, manteniendo una velocidad media de más de 6 nudos, con la ayuda de una corriente favorable de 1 a 2 nudos y navegando a vela la mayor parte del tiempo. Fuimos, incluso, capaces de regenerar electricidad mientras navegábamos a vela y nos las apañamos para llegar a Sevilla en una sola marea.
Apenas dos días más tarde, amarrados al muelle del Club Náutico Sevilla, nos sobresaltó un estruendo en mitad de la noche. Me pareció ver un fogonazo luminoso en una de las cajas de conexión eléctrica del pantalán contiguo, pero puesto que todo parecía estar en orden a nuestro alrededor, volvimos a la cama. No fue hasta la mañana siguiente, cuando nos disponíamos a trasladar la embarcación al lugar que nos habían asignado al otro lado del río, que nos percatamos de que los mandos del motor se habían averiado. El comodoro del Club Náutico nos confirmó que, efectivamente, algún fusible de la toma eléctrica de tierra había saltado por alguna extraña razón, y suponía que la sobrecarga eléctrica habría viajado por el agua causando daños al sistema Oceanvolt. Ningún otro sistema a bordo se vio afectado.
Outremer no tardó en mandar a alguien para valorar los daños. Raphael Pierrot se enfrascó en la tarea de revisar los demás sistemas, para concluir que funcionaban perfectamente. Desde su base en Finlandia, Oceanvolt, que ha estado realizando un seguimiento virtual de su sistema de propulsión y regeneración eléctrica, analizó junto a Raphael qué piezas debían ser sustituidas. Llevará unos cuantos días enviar los repuestos a Sevilla, trasladar por avión a un especialista, instalar las piezas y volver a poner el sistema en marcha, de modo que posiblemente no podamos partir antes de mediados de la próxima semana. No es un buen augurio al inicio de la expedición pero… c’est la vie!
Desde nuestra llegada, el auxiliar Offshore Cruising Tender™ creado en Nueva Zelanda, ha sido bien aprovechado para cruzar el rio varias veces al día entre el muelle del club náutico, donde apenas llega la señal de wifi, al cuartel de la Armada en la orilla opuesta, donde tengo ahora mi oficina temporal y una buena conexión a internet.
Desde el momento mismo de nuestra llegada, el Capitán Javier Albert Pérez, Comandante Naval de Sevilla, nos ha tomado bajo su protección, haciendo todo lo que está en su mano para hacer nuestra estancia lo más confortable y placentera posible.
El Desafío Elcano y la inminente expedición del Aventura Zero han calado hondo en los más altos niveles de la Armada Española, que nos ha acogido bajo su manto protector. No podríamos estar mejor.