Tras tomar la decisión de posponer mi viaje alrededor del mundo y dar marcha atrás en Tenerife, navegamos de vuelta al astillero Outremer en Francia para llevar a cabo algunas mejoras, principalmente en el sistema de regeneración. Algo que consideraba esencial para continuar con la expedición.
A principios de diciembre, volví a casa en Londres, donde tuve que hacer frente a un largo confinamiento debido a la pandemia del coronavirus. Aproveché de este periodo de inactividad para revisar y actualizar algunos de mis libros y para realizar varios seminarios online. Cierto día, mientras me dirigía a una cita, sentí un mareo repentino, perdí el equilibrio y caí. Golpeé el suelo con la cabeza, pero teniendo en cuenta mi pasado de jugador de rugby, no le di mayor importancia y volví a casa. Algo después, empecé a sentirme mal y mi médico de cabecera me envió al cercano Hospital de Neurocirugía. Allí me diagnosticaron una hemorragia cerebral subdural. La operación para drenar la sangre salió bien y en la actualidad estoy planamente recuperado. ¿Pero qué hubiera pasado si hubiera continuado el viaje y aquello hubiera ocurrido en algún paraje remoto, o peor aún, en alta mar? Una vez más, como en tantas otras ocasiones a lo largo de mi larga y ajetreada vida, tuve la suerte de cara.
En una consulta médica de revisión el neurocirujano me dijo que podía volver a hacer vida normal, siempre que evitara cualquier estrés, tanto mental como físico. Le comenté que tenía un velero y que pensaba partir en una expedición alrededor del mundo. Él expresó su preocupación porque semejante empresa pudiera ser demasiado ambiciosa e incluso arriesgada. Mi familia mostraba la misma preocupación y me pidió que reconsiderara mis planes. Jamás en mi vida he desistido de ninguno de mis proyectos, pero sentí que había llegado el momento de ser realista y seguir el consejo del doctor y cumplir los deseos de mi familia. Muy a mi pesar, decidí abandonar mis planes.
Yo nunca pierdo: o bien gano, o bien aprendo.
Las palabras de Nelson Mandela me han perseguido desde el mismo instante en que decidí poner mis planes en espera. Una de las cosas más importantes que he aprendido en mis largos años de navegación es a resistir la tentación de sacar conclusiones antes de analizar todos y cada uno de los hechos. Las 3.600 millas del viaje inaugural del Aventura habían supuesto a rigurosa prueba para el Aventura Zero y su concepto de embarcación y siento la gran satisfacción de haber completado cada una de las travesías oceánicas sin producir ninguna emisión de carbono. En la última etapa de Tenerife a Francia monitoreé los sistemas minuciosamente, llevando un registro tanto del ritmo de regeneración, como del consumo general de electricidad. Durante todo la travesía de diez días sin escalas todo nuestro consumo eléctrico estuvo cubierto por el sistema de regeneración. Partimos de Tenerife con el banco de baterías al 95% de capacidad y llegamos con un 20%, con suficiente carga en las baterías para hacer frente a una emergencia. La travesía de 1.540 millas estuvo lejos de ser perfecta, pues nos cruzamos con todo tipo de condiciones atmosféricas posibles, desde encalmadas a dos temporales con vientos sostenidos de más de 40 nudos. Por tanto, basándome en dicha experiencia, puedo afirmar sin temor a equivocarme que el objetivo de que un velero deje una huella de cero emisiones de carbono es perfectamente factible.
Durante mi ausencia Outremer ha llevado a cabo una serie de mejoras esenciales. La más importante de todas ellas ha sido reemplazar la hélice plegable de babor por una Oceanvolt ServoProp. Ya había una hélice igual en la banda de estribor, pero ésta es una versión actualizada y que debería ser más eficaz en cuanto a regeneración. Así pues, dos hélices de este tipo suponen el doble de capacidad regenerativa. Lo cual pudocom probarse durante una travesía oceánica de tres días que se llevó a cabo en mayo y demostró que el Aventura Zero debería ahora ser capaz de cubrir todas sus necesidades energéticas por regeneración.
Una de las cuestiones que me han planteado sobre el concepto de embarcación eléctrica es qué pensaba sobre el hecho de optar por un catamarán. Debo reafirmarme en que haber optado por un catamarán de alto rendimiento para este proyecto ha sido un acierto sin lugar a dudas y eso quedó más que probado durante el viaje inaugural del Aventura Zero. Incluso con los vientos más ligeros mantuvo una velocidad muy aceptable, lo cual es un requisito esencial para la regeneración de energía.
Pero lo que se ganó la más rendida admiración de un navegante monocasco como yo mismo fue su rendimiento con fuertes vientos.
Durante el viaje inaugural del Aventura Zero tuvimos vientos de más de 40 nudos con rachas rondando los 50 en tres ocasiones y en cada una de ellas el Aventura Zero respondió de forma impecable. Debo admitir que hasta ese momento tenía mis dudas sobre la capacidad de un catamarán para enfrentar semejantes condiciones de mar y viento.
Tras ser testigo de su impresionante navegabilidad y estabilidad, me sentí muy seguro y, debo admitir, también aliviado. Reconozco que es una afirmación muy atrevida viniendo de un navegante de monocasco de pura cepa, pero no puedo por menos que reconocerlo, pues nunca imaginé que un catamarán pudiera ser tan estable y fácilmente manejable en las condiciones que tuvimos que enfrentar. Queda bastante claro a juzgar por esta foto de nuestra estela a 12 nudos.
Todo eso queda ahora en el pasado porque la pasada semana me contactaron de Outremer para informarme de que tenían un posible comprador interesado en utilizar el Aventura Zero para sus propios proyectos medioambientales. Malcolm Wood es un apasionado cineasta medioambiental que ha estado involucrado en una serie exitosos de proyectos cinematográficos como “Un océano de plástico”, calificado por Sir David Attenborough como “la película más importante de nuestro tiempo”. Su más reciente documental “Los últimos glaciares”, trata de los drásticos cambios que están ocurriendo en las montañas debido al calentamiento climático. Malcolm y su equipo han utilizado parapentes para captar ángulos de cámara innovadores que permitan mostrar evidencias de la crisis climática. Malcolm se ha unido recientemente al Programa Medioambiental de la ONU, centrándose en los efectos del cambio climático, los residuos y la pérdida de biodiversidad.
A principios de esta semana viajé a La Grande Motte, en el sur de Francia, para cerrar la venta y entregar el Aventura Zero. Despedirme de mis embarcaciones ha sido siempre una expecience triste y dolorosa. Más aún si cabe en el caso del Aventura Zero, pues siempre me quedará la espinita clavada de no haber podido vivir esta expedición y la oportunidad de navegar más en este maravilloso barco. Tendré que aprender a vivir con ese sentimiento. Aunque, al menos, me queda la satisfacción de saber que el Aventura Zero será parte de proyectos importantes en el futuro.
En cuanto a las palabras de Nelson Mandela sobre la sabiduría, he aprendido mucho de esta experiencia. ¡Sin duda, el futuro es eléctrico!