Diario del Aventura Zero
2 – 5 de noviembre
La elección del momento oportuno de nuestra partida de Ceuta debía ser meticulosa para permitirnos aprovechar las corrientes favorables de poniente en el Estrecho de Gibraltar y, con un poco de suerte, seguir su curso durante un tiempo. Rafael Ponce, amigo del Club Náutico de Cádiz y piloto local, se había ofrecido amablemente a encontrarse con nosotros en Chipiona, cerca de la desembocadura del Guadalquivir, y guiarnos a lo largo de las accidentadas 50 millas río arriba hasta Sevilla. Tras largos días de frustración, esta vez tuvimos buenos vientos durante la travesía de 100 millas y llegamos justo a tiempo para la cita.
La lancha del práctico hizo una perfecta maniobra de aproximación, acercándose a apenas un par de centímetros del patín de estribor para que nuestros invitados pudieran saltar a bordo como si lo hicieran desde el pantalán de la marina. Teniendo en cuenta nuestras limitaciones en la navegación a motor y con la esperanza de poder llegar a Sevilla de una sola vez aprovechando la marea, la propuesta de Rafael suponía una generosa muestra de amistad que llegó acompañada de una inesperada carga de regalos.
La táctica es similar a la utilizada para remontar el Támesis hacia Londres. Cruzamos la boca del río a la hora precisa y Rafael nos comentó que si conseguíamos mantener una velocidad media de 7 nudos, navegaríamos a favor de la corriente hasta Sevilla. Eso significaba que debíamos ir a toda máquina, seguramente más allá de la capacidad de las baterías. Pero finalmente teníamos la suerte de cara y se levantó una brisa del este que nos empujó a más de 6 nudos, a los que había que añadir los 2,5 nudos proporcionados por la corriente.
La combinación de vientos y corriente favorables nos permitió, no solo llegar a Sevilla en una sola marea, sino hacerlo además con las baterías a la mitad de su capacidad.
Debido al status oficial del Desafío Elcano y nuestra especial relación con la Armada Española, que actuaba de anfitriona, la Comandancia Naval de Sevilla había organizado la apertura excepcional del transitado puente de carretera, que se abre solo dos veces al día, para que el Aventura Zero pudiera acceder al puerto interior. Bajo una lluvia intensa, nos dirigimos al pantalán que habían preparado para nuestra llegada y, al acercarnos, no daba crédito cuando vi al mismísimo Comandante Naval Javier Albert, preparado para recoger nuestros cabos…¡A las 2 a.m. hora local!
Nuestro viaje inaugural de 1.000 millas desde La Grande Motte ha llegado a su fin con éxito. Ha sido una experiencia desafiante a ratos pero llena de lecciones útiles. Nuestra larga expedición ya puede empezar en serio.